Al inicio de Avda. Blasco Ibáñez, unos almendros preanuncian que el bien tiempo no tardará.
Los números sobre el mal que nos apremia, la pandemia ocasionada por el covic-19, siguen asustándonos y atemorizándonos…; nos obligan a ocultarnos tras las mascarillas y la excesiva proximidad de los amigos.
El contraste hace pensar; nos conduce hacia la esperanza, hacia un futuro «otra vez normal». Y a la vez presenta el rostro de una naturaleza hecha de contrastes, de bienes y males, de alegrías y pesares.
Frente a un colegio estos hermosos almendros, todos ellos floridos, anuncian el futuro esperanzador que presagian voces infantiles, que continúan aprendiendo los misterios de la naturaleza, el vivir humano, la historia de tantos que, como nosotros, sostuvieron sus enfrentamientos con enfermedades, tensiones y querellas.
Hay esperanza, hay vida, hay árboles nuevamente floridos. ¡Y en medio de todo esto, nosotros, los que luchachos, los que no perdemos la esperanza!
Redacción: Juan Pérez González, salesiano